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El medio marino

El ambiente marino, al igual que el terrestre, no es homogéneo. Se trata de un medio dinámico, muy influenciado por fenómenos astronómicos, que generan las mareas y son responsables de la circulación en profundidad del agua; por fenómenos atmosféricos, que influyen en la formación de las olas y las corrientes, afectando de este modo a la temperatura, oxigenación, salinidad y densidad del agua; y por último por los fenómenos de convección, que intervienen en la producción de corrientes tanto locales como globales.

Debido a sus propiedades fisico-químicas, el ambiente marino acoge ecosistemas muy variados con una gran variedad y abundancia de organismos pertenecientes a todos los grupos animales. Entre estos ambientes cabe destacar el ambiente pelágico (la columna de agua) y el bentónico (asociado al sustrato), que están influenciados por corrientes superficiales y profundas.

La acción del viento, junto con la combinación de los movimientos de masas de aguas profundas, genera afloramientos de elevado interés ecológico, ya que constituyen la base alimentaría de un gran número de animales que viven en la columna de agua. La riqueza marina de las aguas gallegas es, por tanto, una de las mayores de la Unión Europea.

La fauna propia del medio marino puede situarse a diferentes alturas en función de su capacidad de desplazamiento; así, habrá especies que se pasan toda su vida nadando en la zona más superficial como las caballas (Scomber scombrus) y las sardinas (Sardina pilchardus), o cetáceos como el arroaz (Tursiops truncatus) o la marsopa (Phocoena phocoena), frecuentes en nuestra costa. Más abajo, entre las rocas del fondo marino, habitan los pintos (Labrus bergylta), doncellas (Coris julis), sargos (Diplodus sargus), serranos (Serranus spp.) o fanecas (Trisopterus luscus).

En posiciones más próximas a nuestras costas (inframareal), donde las condiciones de luz y nutrientes son mayores, se produce un aumento de las poblaciones de vegetales marinos. Aquí, sobre un sustrato rocoso, se originan los bosques de laminarias (Laminaria ochroleuca, L. hyperborea, L. sacharina), unas grandes algas pardas y robustas que se fijan a las rocas con sus rizoides y que originan importantes refugios para multitud de organismos, como anémonas y actinias (Actinia spp., Anemonia sulcata), estrellas de mar (Asterina gibbosa, Marthasterias glacialis) u ofiuras (Ophiothrix fragilis, Ophiocomina nigra), esponjas marinas (Tethya aurantium), moluscos marinos (Calliostoma ziziphinum, Trivia spp.), bivalvos como la vieira (Pecten maximus), gran cantidad de pequeñas algas epífitas (por ejemplo Rhodimenia pseudopalmata) que viven sobre los estipes y frondes de estas algas. Estos bosques de laminarias constituyen un importante recurso trófico para peces como la salpa (Sarpa salpa), moluscos como Patella pellucida y el erizo de mar Paracentrotus lividus, que se alimentan de los talos de estas grandes algas.

Estos bosques de laminarias son, por tanto, ecosistemas muy importantes que actúan como reservorios de biodiversidad en el medio marino.

Los fondos arenosos poco profundos son el hábitat de otros animales que, ante la ausencia de refugios como los anteriormente mencionados, desarrollan otras estrategias para protegerse. Tal es el caso de los peces planos, como el rodaballo (Scophthalmus maximus) o las rayas (Raja spp.), que se camuflan en la arena ayudados gracias a sus cuerpos planos; escorpiones y salvariegos (Trachinus spp.), peces con aletas venenosas que viven semienterrados en la arena, cangrejos ermitaños (Pagurus spp., Diogenes pugilator), que caminan y se entierran rápidamente en el sustrato, y bivalvos como las almejas y navajas, que viven unos centímetros por debajo del sustrato, etc.

En definitiva, el medio marino constituye un importante ecosistema con una variada flora y fauna adaptada a unas condiciones de vida muy especiales, situándose Galicia en uno de los lugares privilegiados de Europa en lo que a la diversidad biológica de este medio se refiere.